Agustina de Zuzuarregui y de Sotto-Clonard nació en Madrid, el 25 de Octubre de 1892, presunta nieta de la Reina Isabel II, perteneció a la aristocracia madrileña y, a través de Fernando de Borbón, conoció a José de Laguno y Cañas, un rico propietario en Cuba, nacido el 27 de julio de 1886 en Baracoa, provincia de Guantánamo, que en 1903 comenzó los estudios de comercio en Boston hasta que llega a España en 1908, para trabajar en el Banco Hispano Americano en Madrid con un sueldo que le permitía vivir muy desahogadamente, tanto que era de los pocos jóvenes que en Madrid tenía una moto, una BSA.
El 5 de mayo de 1916, contraen matrimonio y a primero de octubre de 1927 embarcan hacia Cuba con sus siete hijos para vender las propiedades que allí tenían, dado el escaso rendimiento económico que reportaban las exportaciones a Estados Unidos y movido en parte, por el acertado temor a que una incipiente crisis perjudicase sus negocios. Esta operación salió bien, pues en 1929 se desplomó la economía del mundo, el famoso “crack”. Regresan a España, tocando el puerto de Gijón el 9 de agosto de 1929, a bordo del “York”.
Una vez en España y contrarios a la forma de gobernar en España, son considerados por el Gobierno Civil de Málaga, como "destacados elementos de la derecha", por lo que el 29 de julio de 1933 fueron multados a pagar 500 pesetas, por verter frases injuriosas contra el Gobierno, en un telegrama que enviaron a Madrid.
En esta época Marbella se componía de una sociedad tradicional, con una pequeña supremacía latifundista, población agraria y una baja renta per cápita, que no reunía las condiciones socio-económicas necesarias para que triunfaran las iniciativas turísticas, por lo que aún no contaba con instalaciones orientadas a recibir turistas.
Es en 1933, cuando José de Laguno y su esposa Agustina, con el dinero obtenido de la venta de las propiedades en Cuba, compran sin verla y aconsejado por su cuñado, la huerta San Ramón, donde lleva a cabo el proyecto pionero de construir y poner en marcha un hotel de lujo y confort desconocido hasta entonces en Marbella, el Hotel Miramar, un edificio de nueva planta, organizado en bungalows destinados a una clientela extranjera y pretensión turística, ubicado en los Llanos de San Ramón (parcela que hoy ocupa el edificio Mayoral), junto a la casa que ya había en la huerta y que fue la residencia familiar.
Agustina de Zuzuarregui y sus hijas madrugaban diariamente a las cuatro de la mañana, y sin hacer alarde de su origen aristocrático se ocupaban de lavar y planchar la ropa del hotel. Para el poder adquisitivo de la época era un hotel bastante caro, con cubertería de lujo y comodidades desconocidas hasta entonces en la provincia de Málaga. La tarifa por un baño de agua caliente era de 2,50 pesetas, con agua fría 1,50 pesetas. En el hotel Miramar se ofrecía un menú internacional, con desayuno al precio de 1,50 pesetas, el almuerzo costaba 5,50 pesetas y la cena 6,00 pesetas. También ofrecía garaje al precio de 2,50 pesetas y la pensión completa costaba 15,00 pesetas.
La clientela era tratada con el “traje de los domingos y guantes”, y aunque en el hotel Miramar pernoctaban franceses, suizos, alemanes, estadounidenses y españoles, principalmente eran ingleses, debido a la presencia en Marbella de la compañía minera “The Marbella Iron Ore Co. Ltd.” que desde 1869 hasta 1931 explotó la mina del peñoncillo.
Fue un gran hotel, que ofrecía un trato ameno y familiar, en el que ganaron dinero y prestigio por los servicios que prestaba, pero en 1936, la Guerra Civil truncó el negocio, pasando momentos de angustia, miedo, terror y hambre, debido a que los milicianos republicanos tenían apostados francotiradores con orden de disparar a quien saliera de la finca donde se hallaba el hotel, asediando de esta forma a la familia para que murieran de inanición. El bloqueo de alimentos fue salvado por una parte a la caridad de los pescadores y vecinos de una Marbella que nunca se dedicó a la industria pesquera, los cuales tiraban por encima del muro de la huerta paquetes con sardinas y pan, al grito de “la basura para los fascistas” y por otra parte a un jefe político socialista, que ordenó hábilmente el depósito de sacos de trigo, arroz, garbanzos y lentejas en el hotel Miramar, hasta que se les reclamara y con orden tajante de que no faltara ningún saco, lo que facilitó que se cogieran algunas cantidades.
Permanecieron aislados durante siete meses, aunque en ocasiones recibían la amenazadora visita de los milicianos, debiendo mandar Agustina a sus cuatro hijas mayores esconderse en el pozo, para evitar ser violadas.
Las consecuencias de la Guerra Civil, el estallido de la 2ª Guerra Mundial, la dictadura franquista, la escasez de alimentos, el retroceso del nivel de vida y de la producción industrial, alejan las pequeñas esperanzas puestas en el turismo años atrás en Marbella por José y Agustina, por lo que ante la situación de ruina económica del hotel Miramar, deciden mal venderlo y, trasladarse a vivir con sus once hijos, primero a la calle Madre de Dios 49-51, de Málaga y luego a la calle Pintor Sorolla, 47 de Málaga, donde José es contratado en Bodegas Mata, por un salario de 400,00 pesetas mensuales, como encargado de la Corresponsalía de Extranjeros y bajo las órdenes de un Jefe cuando jamás tuvo ninguno.
José de Laguno y Cañas falleció en su domicilio, el 4 de noviembre de 1958, a causa de una enfermedad de corazón (estenosis mitral), enterrado primeramente en el cementerio de San Miguel, sus restos fueron posteriormente trasladados al cementerio de Los Asperones, junto a los de su esposa Agustina de Zuzuarregui y de Sotto-Clonard, fallecida en su domicilio, en 1988 a los 96 años, de un edema pulmonar agudo.
En 2001 el grupo hotelero Fuertehoteles, abrió un hotel de ciudad, en la parcela contigua denominándolo en homenaje, hotel Fuerte Miramar.
Agustina de Zuzuarregui y de Sotto-Clonard
José de Laguno y Cañas
Comedor del Hotel Miramar orientado al mar.
En torno al año 1960
Vista del puerto de Marbella desde el Hotel Miramar.
Al fondo se pueden observar las vagonetas colgando del cable
que traían el mineral desde la mina para ser embarcado.
En torno al año 1960
Acceso a la finca del Hotel Miramar desde la carretera general,
actual Avenida Severo Ochoa.
Palomar en el interior de la parcela del Hotel Miramar.
Año 1963
Fachada sur del Hotel Miramar.
Lugar que hoy ocupa el edificio Mayoral y la Clínica Ochoa.
En torno al año 1967
Vista aérea del Hotel Miramar.